Hay músicas que te reconcilian con el mundo, que son como las caricias, como los abrazos, como las sonrisas. Hay músicas que son como la amistad, ese soplo cálido que recorre la tierra para hacer a los hombres mutuamente felices. Hay músicas que salen del corazón, desnudas, como un rayo filtrado al amanecer por una rendija y que eleva las motas de polvo que desprenden viejas fotos amontonadas en el álbum de los recuerdos. El nuevo disco de Sufjan Stevens , músico de Detroit que consiguió poner de acuerdo a crítica y público con Illinois (2005), es un homenaje y una cura tras la pérdida de su madre. Carrie & Lowell contiene 11 canciones que son como gotas de rocío en el jardín trasero que mojan tus pies descalzos, que te dañan ligeramente y te hacen saltar, entrando bajo tu piel y tocándote el nervio. Lo dicho. Hay músicas que te reconcilian con el mundo. Stevens se marca ahora un back-to-basics en toda regla. Y la depuración le sienta bien: este disco en tributo a su