My Morning Jacket - Z (2005)
Desde que “It Still Moves” demostrara por sí mismo, con cosas como ésta, que todavía queda esperanza para aquellos que piensan que el rock puede intentar abrazar la verdadera grandeza si se apoya en una modesta sinceridad para dar grandes saltos, sin pretenciosidad, pero sin miedo también, han sucedido muchas cosas en el seno de la banda de Jim James. Johnny Quaid, guitarrista fundador, y el teclista Danny Cash han abandonado la formación, sustituidos por Cark Broemel y Bo Koster. Y por primera vez se han puesto en las manos de un productor profesional ajeno a la propia banda. Se trata de John Leckie, leyenda británica, vuelve a sus mejores logros, creando una producción detallista pero transparente, capaz de arrancar lo mejor del artista y a la vez llevarle a nuevos terrenos sin que se resientan las verdaderas esencias de su magia e identidad. Un triunfo que lograra con Stone Roses, Radiohead o The Verve, y que con My Morning Jacket nos trae sólo buenas noticias.
Más conciso que el desbordante “It Still Moves”, la duración de menos de 50 minutos puede hacer creer en una experiencia menos absorbente que las precedentes. No es así, pues existe una mano experta que edita lo que hay que editar, dejando crecer aquello que debe crecer. Cortes como el cuarto, “What a Wonderful Man”, creciendo en plena tormenta sureña de guitarras, recuerda a sus mejores trenzados eléctricos de antaño, pero a los dos minutos escasos abandona la escena. Sin embargo, “Lay Low”, que comienza húmeda y sensual como los mejores Little Feat, se expande en carrera, recordando sus míticos rituales de comunión rockera en directo. Como siempre se ha dicho, no existe el veneno, existe la dosis. Y My Morning Jacket cada vez la administran con mejor criterio.
Se perciben nuevos pulsos negroides, que además de alimentar la mentada “Wordless Chorus”, o el segundo corte “It Beats For You”, llegan a sugerir reggae en “Off The Record”, antes de un plácido interludio instrumental en la manida onda de finales de los sesenta que, sin embargo, triunfa plenamente. Las sorpresas continúan con la sensacional energía de “Anytime”, tal vez el corte más directo de su carrera, o el vals imposible de “Into The Woods”. Y el terreno más conocido encuentra dos nuevas cumbres en dos cortes excepcionales. Por un lado, “Knot Comes Loose”, una canción de amor como un templo en su honor, delicada y repleta de penetrante lucidez ( “Cariño, ¿no ves que estoy sonriendo?/ ¿Qué hay una parte de mí que es nueva y reluciente?/ Solía ser, era una parte de mí que quería esconder/ Y ahora surge/ En lo profundo de mi corazón/ Allí es donde el nudo se deshace/ En lo profundo de mi corazón/ Te recordaré” .) Por el otro, “Dondante”, que alcanza los visos de una espléndida elegía por un amigo, en el aguardado y expansivo, pero siempre agradecido, cierre a un disco de My Morning Jacket.
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