The Hold Steady - Boys and Girls in America (2006)
El líder de la banda de Minneápolis afincada en Brooklyn se revela como el nuevo gran cronista de la VERDAD de la juventud americana, sin medias tintas, sin filtros. En un tell-it-like-it-is sin comparación posible en estos tiempos, en los que los grandes artistas americanos optan por una vacua contemplación ensimismada de sus preciosos ombligos, Craig Finn habla de la desolación por la incapacidad de establecer relaciones satisfactorias, de la búsqueda desesperada del hedonismo perpetuo, del terror a ser adultos, de la dulce y cálida luz de las drogas, de excesos alcohólicos en masivas fiestas a orillas del Mississipi (por si alguien pensaba que teníamos la exclusiva del botellón), del miedo del nuevo hombre, del poder de la nueva mujer. Es decir, una VERDAD universal. Eso sí, que nadie se asuste, porque no se tratan de complejas y sesudas reflexiones, sino que los textos, escrupulosamente explícitos, nunca se olvidan del sentido del humor, logrando memorables y poderosas figuras poéticas, empezando por el título del disco, que toman prestado de Kerouac: “Boys And Girls In America Have Such A Sad Time Together”. Y no me resisto a destacar algunas más: en ‘Chips Ahoy’ un amante decepcionado con una chica capaz de adivinar cuál será el caballo ganador canta “How am I supposed to know that you’re high/ if you wont let me touch you?/ How am i supposed to know that you’re high/ if you wont even dance?”; en ‘Hot Soft Light’, o la vida sin frenos de las drogas sintéticas, canta “We started recreational/ it ended kinda medical/ it came on hot and soft and then it tightened up its tentacles”; el recuerdo de esa chica incapaz de vivir su presente, anclada en el ‘Party Pit’, recuerda “I’m pretty sure we kissed” para terminar con ese glorioso final cantando hasta el infinito “Gonna walk around and drink some more/ gonna walk around and drink”.
Y me reservo para el final lo que para mí son los highlights del disco. En primer lugar, ‘First Night’, una hermosa canción protagonizada por los personajes en los que se centraba el conceptual ‘Separation Sunday’: Holly, una chica bien, de profundas convicciones cristianas, que se deja llevar al lado salvaje por Gideon y Charlemagne, dos chorizos de poca monta, drogatas de barrio. Un tiempo después, destrozados, recuerdan lo bello que era todo en la primera noche. La coda final me pone la carne de gallina, sobre todo cuando cantan/gritan ese “When they kiss they spit white noise”. Y sobre todo, ‘Chillout Tent’, la más bella canción que jamás pueda escribirse sobre la volátil e inolvidable historia de amor de dos chicos que caen rendidos por los excesos en la carpa chill out de un festival. Por supuesto, nunca volverán a verse. Quién haya estado en un festival de verano no podrá evitar que se le encharquen los ojos, lo garantizo.
Podéis ignorar esta obra porque no os atraiga en absoluto su música, pero sabed que os perdéis uno de los más grandes discos de esta década y que The Hold Steady son la banda del otro rock americano más en forma del momento, con permiso de Wilco.
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