American Music Club - The Golden Age (2008)

American Music Club - The Golden AgeLa vida se nos escapa tan rápido que apenas nos paramos a pensar que tenemos la obligación moral de disfrutarla. O de vivirla, como prefiráis. Y Mark Eitzel, uno de los hombres compungidos por excelencia de la música de los últimos 20 años, está mayor. Y lo sabe. De hecho, se agarra a la vida como a la barca de la bellísima portada de The Golden Age, el último disco de American Music Club.

Mark lleva ya mucho tiempo buscando salvavidas al paso del tiempo y hablando, mientras lo encuentra, de las zonas negativas de su vida. A estas alturas, ya no puede cambiar. No cuando vuelve a estar con los viejos colegas con los que cantó al whiskey, a la amigas muertas, a las partes más oscuras de sus partículas elementales. En su nuevo disco se le siguen cruzando desgracias personales, historias de derribo moral, pastillas, cuartos de baño donde se hacen rayas y algún que otro muerto.

No, Mark no puede cambiar. Sigue entonando sus mismas penas de siempre y lo sigue haciendo bien. Lo que pasa es que todos hemos madurado y los que lo hemos hecho con sus canciones al lado ya nos sabemos el discurso, con lo cual duele menos y resulta menos creíble. Y los que no lo hayan hecho, no se van a enamorar de The Golden Age pues, aun siendo un disco muy bueno, no es de los mejores de American Music Club ni tiene capacidad para romper la coraza de los que no estén dispuestos a aceptar a “otro grupo tristón”.

Pero habrá que recordarles, entonces, que American Music Club no son otro grupo tristón, sino la banda que ha entonado algunas de las mejores baladas del rock de los últimos 20 años. Y no hablo de baladas en el sentido que nos vendían en esos recopilatorios hechos a toda prisa hace diez años; ni siquiera en la de todos esos malos seguidores de Jeff Buckley: Mark Eitzel y los suyos no tienen las mangas llenas de cartas baratas. Lo suyo es más cercano a las emociones de los buenos cantantes de piano-bar, a las bandas en teoría inofensivas que, sin embargo, te acaban rompiendo por dentro.

En The Golden Age apenas levantan la voz. El colchón sonoro sobre el que se mece la siempre emocionante entonación de Eitzel es, a veces, hasta demasiado adulto. Porque ellos siempre han corrido ese peligro: el de que sus canciones atravesaran la frontera de lo banal, que se convirtieran, no sé, en unas replicas masculinas del cliché que representan mujeres como Norah Jones.

Si, el riesgo de caer en lo inane siempre les ha sobrevolado. A veces hasta les ha alcanzado. Seguro que muchas veces, Mark nos ha hecho comulgar con ruedas de molino porque siempre parecía decirnos las cosas importantes sin hacerlas tremendas. También en este disco. Por ejemplo, All My Love te dice todo lo que necesitas saber sobre el amor, pero lo disimula muy bien, como si sólo te estuvieran susurrando otra canción modesta más, en un mundo lleno de artistas grandilocuentes.

Entonces: ¿está bien o no el último disco de la banda? Pues no sé. A ratos y a canciones me encanta y me derrite. Pero en otras no me lo creo. Así que creo que, del tirón, sólo puede estar recomendado para fans. Pero ellos, como yo, lo van a disfrutar.

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