Fennesz - Black Sea (2008)
Christian Fennesz es uno de esos seres híbridos entre lo orgánico, lo electrónico y lo digital. Su batalla musical se libra entra las teclas de su laptop y las cuerdas de sus guitarras acústicas y eléctricas. Ese escenario épico convertido en sonido mágico y extraño ha sido una de las últimas vibraciones que han llegado a mis oídos, impactándolos doblemente, en lo meramente acústico y en lo complicadamente emocional.
Lo suyo es un impresionismo sonoro oculto tras una cascada efervescente de sonidos distorsionados sin sentido. Y lo de cascada literalmente, porque a mi su música me parece muy húmeda y gélida. IDM, electrónica conceptual o cómo digitalizar hasta el extremo una guitarra. Experimentos sonoros en manos de este austríaco que ya figura entre los grandes de la música experimental y que ya cuenta en su lista de colaboraciones con nombres como los de Jim O’Rourke, Sparklehorse o Ryuichi Sakamoto, entre otros.
Ya se ha pasado en alguna ocasión por nuestro país y entre sus próximas paradas, en el próximo mes de febrero, está el Big Ears Festival en Knoxville (USA). Para los que no hemos tenido la suerte de verlo on stage todavía, nos queda bucear por su discografía.
Desconozco cómo serán sus directos pero su trabajo de estudio es para relajarse y dejarse llevar tirado en un puff o en una hamaca, aunque con una lucha interna de angustia y tranquilidad cíclicas. Su último trabajo es Black Sea (2008, Touch Music), y en efecto es como bucear hasta lo más profundo y oscuro del Mar Negro en compañía de ballenas de cristal y luces de medusas, o al menos esa es la sensación que me transmiten temas como “Perfume for winter”, por ejemplo, o “Saffron Revolution”, aunque en sentido inverso, de la profundidad a la superficie.
Lo suyo es un impresionismo sonoro oculto tras una cascada efervescente de sonidos distorsionados sin sentido. Y lo de cascada literalmente, porque a mi su música me parece muy húmeda y gélida. IDM, electrónica conceptual o cómo digitalizar hasta el extremo una guitarra. Experimentos sonoros en manos de este austríaco que ya figura entre los grandes de la música experimental y que ya cuenta en su lista de colaboraciones con nombres como los de Jim O’Rourke, Sparklehorse o Ryuichi Sakamoto, entre otros.
Ya se ha pasado en alguna ocasión por nuestro país y entre sus próximas paradas, en el próximo mes de febrero, está el Big Ears Festival en Knoxville (USA). Para los que no hemos tenido la suerte de verlo on stage todavía, nos queda bucear por su discografía.
Desconozco cómo serán sus directos pero su trabajo de estudio es para relajarse y dejarse llevar tirado en un puff o en una hamaca, aunque con una lucha interna de angustia y tranquilidad cíclicas. Su último trabajo es Black Sea (2008, Touch Music), y en efecto es como bucear hasta lo más profundo y oscuro del Mar Negro en compañía de ballenas de cristal y luces de medusas, o al menos esa es la sensación que me transmiten temas como “Perfume for winter”, por ejemplo, o “Saffron Revolution”, aunque en sentido inverso, de la profundidad a la superficie.
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